jueves, 14 de marzo de 2013

Francisco I

El Málaga vivió una de las noches más felices de su historia y se convirtió en cuartofinalista de la Liga de Campeones. Está entre los ocho mejores equipos de Europa tras dejar en la cuneta al Oporto (2-0), un buen equipo que se vio superado en La Rosaleda. Tuvo mucho mérito el cuadro de Pellegrini, pues el rival sabe muy bien lo que hace. Salvo la expulsión de Defour, que no es poca cosa, apenas concedió el cuadro de Vitor Pereira. El Málaga empezó a ver la luz con un golazo de Isco en la recta final del primer tiempo. La expulsión al inicio del segundo acto le allanó el camino y sentenció con un tanto de Santa Cruz, que cabeceó un córner botado por Isco.

En la primera media hora, el Oporto recordó al equipo que abrumó en el primer partido. Presionó mucho y bien, y el Málaga no era capaz de trenzar dos pases. Era del equipo portugués el partido, con Lucho, Moutinho y Fernando dominando en el centro del campo y en la bandas haciendo daño ambos laterales, sobre todo Danilo en la derecha. No encontraba la manera de salir el Málaga, con Isco ofuscado. Sólo Joaquín daba señales de vida. El despliegue del Oporto en esa primera media hora impresionó, aunque cierto es que no dispuso de grandes ocasiones, en buena parte porque la defensa del Málaga volvió a funcionar como un reloj. Si algo es fiable en el cuadro de Pellegrini, es la línea de atrás. Por bien que juegue el equipo contario, no es fácil hacerle ocasiones al Málaga.

Como la intensidad del Oporto era imposible de mantener, el Málaga fue encontrando opciones poco a poco, primero alguna contra y en los minutos finales del primer acto algo de dominio. Llegaron entonces las ocasiones. Primero un gol mal anulado a Saviola. Combinaron Joaquín e Isco, y el centro final de Gámez lo despejó mal Helton. El 'Conejo' remató a placer, pero el árbitro entendió que Baptista había derribado a Helton. No vio Rizzoli que antes a Baptista le había empujado Danilo. Lejos de lamentarse, el Málaga continuó compitiendo y encontró a Isco, capaz de hacer una maravilla como la del primer gol. Recibió en la frontal y soltó un derechazo precioso, que superó a Helton y entró cerca de la escuadra. Isco de esos futbolistas a los que uno siempre espera. Aunque durante partido y medio estuvo apagado, al final empezó a decidir la eliminatoria.

El partido, que ya había cogido buen color para el Málaga, tomó una pinta excelente al inicio de la segunda parte. Joaquín le hizo un ovillo a Defour, que con una amarilla le derribó y vio la segunda. A partir de ese momento, el partido se convirtió en un ejercicio de paciencia por parte del Málaga. El Oporto se metió atrás, juntito, negando los espacios. El Málaga atacó pero lo hizo con cabeza. Un gol le metía, pero uno en contra le dejaba al borde del K.O. Isco pudo marcar tras un pase interior de Saviola, pero el remate se fue al lateral de la red.

No desfalleció el Málaga, con el Oporto cada vez más reafirmado en su idea defensiva. El premio llegó en un córner. Isco centró y Santa Cruz, que había salido en lugar de Baptista, se elevó para hacer el segundo. Explotó La Rosaleda. El Málaga fue excepcional hasta el final, pues lejos de refugiarse en Caballero tuvo la virtud de no meterse atrás, con un imperial Weligton, que no dio opciones a Jackson Martínez. Fue valiente hasta el final el Málaga, cuartofinalista con todos los honores. Leyó el partido a la perfección. Fue paciente cuando tuvo que serlo (tras la expulsión de Defour) y no se metió atrás cuando habría sido lo más fácil. No cometió ni un error, que tan caros se pagan en la Champions. Una noche para recordar, para disfrutar. El sueño del Málaga continúa.